Cada día es una nueva oportunidad. Despertamos y no sabemos lo que nos puede sorprender. Todavía más: nunca estamos seguros si nos depara una sorpresa agradable u otra, que no lo sea tanto. Una sorpresa agradable puede implicar encontrarse dinero en algún pantalón que hacía mucho no nos poníamos, comprar una comida deliciosa o reencontrarnos con algún viejo amigo de casualidad. Pero también puede ser algo negativo, que escape por mucho a nuestro control.
Las catástrofes naturales son algo que por muy avanzada tecnología que poseamos, por muy estudiados que tengamos todos los factores, no podemos evitar. ¿Sabes cuál ha sido la peor inundación de la Ciudad de México? En 1629 fue tal, que el agua no bajó por varios años. Para explicarlo, lo principal es recordar que donde se asienta la Ciudad de México fue alguna vez un conjunto de lagos que fueron secados por obra humana. Así, en el siglo xvii, el agua fue retomando su cauce primero en uno de los viejos lagos y luego en otro, a través de sucesivos aguaceros. Finalmente, para octubre de 1629 lo que hoy conocemos como el centro histórico y que desde entonces era el punto más relevante y activo de la ciudad, permaneció completamente inundado. Mucha gente murió a lo largo de estos años. Ahora nos parece increíble esta historia, pero pensemos que cada temporada de lluvias acontecen tremendas tormentas que llegan a inundar distintas partes de la ciudad y su zona conurbada.
Lo mismo sucede con otro tipo de eventos naturales como los terremotos. México se ubica en una zona altamente sísmica debido a la conjunción de placas tectónicas que coinciden con las costas de nuestro país. Pero también recibimos con frecuencia noticias de importantes temblores en naciones como Japón o Chile, donde impactantes imágenes nos dan testimonio de que por muy seguros que nos sintamos en nuestras construcciones, nuestro planeta tiene la última palabra a la hora de determinar sus movimientos y nosotros no somos parte de su plan.
Un último elemento del que podemos hablar es el fuego. Muy desarrolladas megalópolis como Chicago en Estados Unidos o Londres en el Reino Unido fueron víctimas de tremendos incendios hace varios años. A veces creemos que como seres humanos, somos los creadores del fuego, pero éste es un elemento independiente a nosotros, indomable. Tan no somos capaces de contenerlo, que baste recordar como apenas en pleno 2019 la catedral de Notre Dame, en París, la capital francesa, una de las ciudades más importantes del planeta, sucumbió ante el terror de las llamas.
¿Por qué hablar de estas calamidades cuando lo que todos esperamos es tener siempre un gran día? Porque algo que las distingue es su cualidad de inesperadas. Para muestra, un botón, hace siete meses no hubiéramos imaginado que viviríamos una pandemia y sufriríamos una cuarentena. Por todo lo anterior, si tú eres propietario de un negocio es de suma importancia que analices a detalle las posibilidades con que cuentas para contratar un seguro empresarial. Puede ser que tu empresa sea muy eficiente, productiva y fructífera, que tus empleados sean personas trabajadoras y tú, un gran líder. Pero siempre existirán riesgos que escapan de nuestro poder y alcance. Lo mejor para estas situaciones es contratar un seguro empresarial que cubra diferentes escenarios como los mencionados, que te ayudarán más que apagar un fuego, desazolvar una inundación o controlar un sismo, a estar preparado por si alguno de éstos llega a suceder en tu ciudad. Conoce tus opciones y elige la mejor para ti.
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